jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 1 "Su mirada"

A veces, algunas miradas no dicen nada, sin embargo, aquella no fue una de esas.
La casualidad los unió, y ahora ella está pagando por un error.

9 meses antes...
Amanda, en el recibidor, estaba cogiendo su abrigo de la percha...
-Hija
-¿Qué?
-No llegues tarde.
Con un gesto afirmativo ella salió decidida.

Inevitable era no fijarse en su triste rostro. Llevaba meses perdida, no podía olvidar el incidente que marcó su vida:  Liam, su novio desde hacía 4 años, le había estando engañando; y ella pensó que sanaría el dolor haciéndose daño a sí misma.
Cuando se recuperó, un día juró que jamás volvería a enamorarse.

Estaba anocheciendo, ella caminaba a paso ligero por las calles de Montreal. El frío se acentúaba y estaba comenzando a llover.

Al fin llegó a un lugar similar a un desguace donde varios adolescentes preparaban una fogata, otros, borrachos, luchaban por mantenerse en pie.
El suelo estaba lleno de colillas y de botellas rotas y vacías.
-¡Mandy!
Ésta se dio la vuelta y sonrió a una chica con varios pircings en la oreja izquierda y con un tatuaje grabado en el brazo donde se leía "He must die".
-Sabía que vendrías. ¿Vamos con el resto?- cuestionó.
-Sí, claro- dijo con una sonrisa visiblemente forzosa.
Amanda sabía donde se estaba metiendo pero sin pensarlo, siguió a la otra.

Mientras se acercaban, un joven apoyado en un coche destartalado se quedó mirándola fijamente.
Ella lo ignoró, o mejor dicho, intentó ingnorarlo, pero no pudo. Le pareció tan...atractivo.
Éste dio una calada al cigarro que sostenía, y Amanda apartó la mirada bruscamente.

Entre bromas, el grupo de adolescentes bebía y fumaba, pensando que la vida nunca se acabaría...
Al rato, un movil comenzó a sonar.
Amanda rebuscó en su bolso.
-Ahora vengo- agregó.
Mientras se alejaba del resto, vio que era su madre quien llamaba. Sin dudar, apagó en teléfono y resopló.
Cuando volvió, su amiga le preguntó:
-¿Va todo bien?
-Sí, tranqui- fingió- todo bien.
Las horas pasaban, y las estrellas de la noche quedaban engullidas por las nubes negras del cielo. Eran las 3 de la mañana. Amanda comenzó a buscar a su amiga.
-¡Lilly!- la llamaba; pero ésta no aprarecía.

Tan pronto como la encontró comiéndose los labios con un hombre al  que jamás había visto, enfurecida, emprendió su camino a casa.
Cuando salió de aquel lugar, una voz tras su espalada la sobresaltó:
-No creo que sea buena idea.
Ésta se giró. ¡Era aquel chico! El que la miraba continuamente hace unas horas.
-¿Quieres que te lleve?
-No, gracias- se limitó a contestar.

Se encontraba tumbada en la cama de su habitación. Poco a poco, su mente se nubló de miles de pensamientos ¿que hubiera sucedido si hubiese accedido a subir a su coche?
Aunque ya daba igual, porque probablemente no le volvería a ver.

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