sábado, 23 de abril de 2011

Capítulo 4

-¿Quién era esa chica con la que estabas hablando?- formuló su padre mientras conducía el auto.
-Nadie.
-Parecías alegre.
Lukas miró por la ventana.
-¿A dónde vamos?- preguntó intentando cambiar de tema.
-Tu madre quiere hablar contigo.- agregó seguro- Vamos a casa.
-¿Y no podría ser más tarde?

Por la cara de su padre, Lukas dedujo que estaba enojado, y por eso decidió no decir nada más al respecto.
En el parque, Amanda continuaba sentada sobre el césped. Comenzó a detenerse en lo que había pasado con Lilly. "A saber lo que habrá hecho con ese" pensó. Ella no quería terminar como ella.


Lukas y el Señor Connor entraban en su hogar.
Una mansión quizá demasiado grande para tres familiares y dos sirvientes.
Su madre, sentada en el sofá del salón, esperaba a ambos.
-Hola mamá.
-Lukas, tu padre y yo queremos hablar contigo.
Por el gesto de ésta, el chico rapidamente intuyó que se trataba de algo serio que iba a dar mucho que hablar.
Al cabo de un rato...
-¡¡¿¿Qué??!!- exclamó más que furiso incorporándose.
-Tranquilizate- agragó alterado el Sr. Connor.- Pensamos que es lo mejor para ti- su tono se iba suavizando- Siempre hemos querido lo mejor para ti.
-Pero yo no quiero irme de Montreal...
-Es una universidad muy importante. Te gustará.
-¿Cómo sabes que me gustará? No puedes saberlo, papá. No puedes saber lo que me gusta, jamás me has preguntado, jamás me has pedido opinión para nada. Piensas que soy como tú, y no lo soy. No quiero ser ingeniero ni tampoco quiero casarme con una mujer por intereses como llevais haciendo tu familia y tú generación tras generación.
Lukas calló exausto. había confesado lo que jamás pensó confesar.
Abandonó la estancia dando un sonoro portazo.
La señora Connor tenía los ojos inundados en lágrimas. Su esposo la abrazó.
-Todo va a salir bien, Grace...te lo prometo.


Mas el señor Connor no estaba en lo cierto.
Atardecía mientras Lukas recorría las calles de la ciudad. Se detuvo, y al mirar hacia el parque divisó una silueta. Se aproximó.
-¿Mandy?- preguntó anonadado.
-¡Eh!- exclamó esbozando una sonrisa.
-¿Llevas aquí mucho tiempo?
-Es que no tengo otra cosa mejor que hacer; -calló- vale, y no me apetece volver a casa.
-Te entiendo.
-¿Me entiendes?- se extrañó Amanda.
-He tenido una pequeña discusión con mis padres.
-¿Bromeas? Tu familia tiene que ser genial.
-Precisamente de familia no me gusta presumir- hizo una parada- Prefiero presumir de cualidades deportivas.
Mandy soltó una carcajada y se puso seria.
-Asi que "cualidades deportivas"...- Continuó riendo.
-Oye, para cambiar de tema...¿te importa que te invite a tomar una...coca-cola?
-No.
El rostro de Lukas entristeció.
-Que sea una fanta.
Ambos de alejaro bromeando, pareciendo una pareja de enamorados, perdiendo la noción del tiempo, conversando de cualquier tema que no llevase a nada. Pero parecían felices.


Unas gotas comenzarón a caer del cielo.
-Creo que deberíamos entrar aquí- dijo Lukas retirándose el pelo húmedo de la cara.

-Ahora que lo pienso...tú no estarás acostumbrado a entrar en esta clase de cafeterías- añadió Mandy mientras daba un sorbo a la fanta.
-A lo que no estoy acostumbrado es a "tomar una fanta" con alguien como tú.
-¿Eso me lo debería tomar como un cumplido?
Ahora fue Lukas el que rió.


Ya eran las 11 de la noche. Habían pasado la tarde paseando, habándose de sus tormentosas vidas tan diferentes.
-Te acompaño a casa ¿de acuerdo?
-De acuerdo- concretó Mandy.
Cuando llegron casa, ésta se despidio.
-Buenas Noches, Lukas- Se dio el silencio- y...gracias por todo.
Él se limitó a sonreirla debido a su timidez; pero cuando Amanda cerró la puerta susurró
-No, gracias a ti por haber hecho que me sienta mucho mejor.
Emprendió su camino hacia no sabe donde, pero desde luego, a su casa, no.


Amanda sacó la llave, y abrió la puerta. Con cautela logró llegar a su cuarto sin ser vista por nadie.
Se tiró en la cama y suspiró alegre, sin ser consciente de que estaba empezando a romper la promesa más importante que se había hecho.

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